martes, 1 de abril de 2014


Casanare: crónica de un desastre ambiental
Con motobombas y reservorios intentan llevar agua a animales de los hatos. Viaje por la tragedia.




Luis Alberto Pérez ya no hace el recorrido diario por su hato sobre su caballo castaño, sino en una camioneta Mitsubishi.
El cambio no es producto de un capricho, aunque Pérez podría argumentar que a los 72 años no debe hacer grandes esfuerzos. La razón es que el intenso verano que afecta como nunca antes a una región de Paz de Ariporo, municipio del norte de Casanare al que se llega después de recorrer diez horas de carretera desde Bogotá, ha secado esteros, cañadas, reservorios y abrevaderos, cuyos lechos pueden ser recorridos en carro como si fueran vías. 
Este hombre es tal vez el único propietario de hato que vive en sus tierras –la mayoría son reconocidos empresarios de Yopal, Villavicencio, Boyacá y Bogotá–, por lo que es testigo directo de la muerte en masa de chigüiros, reses, venados, babillas, cachicamos (armadillos), tortugas y peces. (Vea aquí el video: Casanare: Entre el olvido y la sequía)
En esa región petrolera, por donde todos los días transitan decenas de tractomulas y volquetas, han muerto de sed y hambre unos 20.000 chigüiros (según Corporinoquia fueron 6.000 para todo el departamento), 3.000 reses y un sinnúmero de animales silvestres, según los cálculos de los criollos –como se autodenominan los nacidos en la zona– y de las autoridades locales. (Lea también: Huele a muerte en los llanos de Casanare).




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